Dos policías quedaron detenidos, bajo sospecha de haber integrado la misma organización que se encargaba de inventar allanamientos para quedarse con dinero y bienes de personas a las que allanaban sus domicilios.
Este hecho ocurrió un día después de que Carlos Andrade realizara la denuncia por haber vivido una situación similar. Un habitante de El Cadillal denunció que al menos tres policías se presentaron en su casa a realizar una supuesta medida judicial. Los uniformados, que estaban de civil, le quitaron $3.000 que tenía en la billetera y otros $3.000 que tenía arriba de la heladera. Antes de marcharse, se llevaron varios pagarés a favor de la víctima y, bajo amenazas, le habrían hecho firmar documentos en blanco.
El dueño de casa recibió un llamado de teléfono mientras realizaba la denuncia en la comisaría de El Cadillal. Eran las personas que lo habían atacado, que le pedían que les diera $40.000 a cambio de los papeles que se habían llevado. Por recomendación de los uniformados que le recibieron la denuncia, fijó con los delincuentes un punto de encuentro en Tafí Viejo.
Los policías y la víctima concurrieron al lugar. Al llegar, encontraron el mismo vehículo que se había presentado en la casa (un VW Gol blanco). Le dieron la voz de alto y el sospechoso intentó huir, pero fue detenido a las pocas cuadras. En su poder encontraron la documentación que le había sido sustraída en la casa. Allí arrestaron al sargento Víctor González, uno de los tres policías acusados de participar en el hecho. A la hora de declarar, según confiaron fuentes judiciales, el agente habría comenzado a declarar, pero luego dijo sentirse mal y no pudo seguir hablando. El fiscal Diego López Ávila pidió su detención.
Los investigadores identificaron a las otras dos personas que habrían participado, que también son policías que prestaban servicios en la seccional 5ª. López Ávila ordenó una rueda de reconocimiento para tratar de esclarecer el caso. El cabo Walter Hugo Fernández se presentó y la víctima lo reconoció, por lo que también fue encerrado en su calabozo. En ese acto quedó grabada una frase: “es él, a pesar de que se afeitó la barba”, habría dicho el hombre que sufrió el accionar de los efectivos.
El tercer sospechoso no pudo ser identificado por el empresario. Su representante legal, antes de que se desarrollara el acto, habría informado que él tenía pruebas para demostrar que no había estado en El Cadillal y que sospechaba que sus compañeros cometieron algunas irregularidades en la dependencia policial para perjudicarlo. El fiscal confirmó que ya están investigando esa versión.